Los cotejos cuyos incidentes trascendieron en videos que se viralizaron rápidamente tuvieron lugar en las canchas de San Antonio, donde se enfrentaron pasadas las 15, los equipos "Mi Boliche" versus "Ferroviarios"; mientras que el segundo encuentro en el que prevaleció la violencia extrema tuvo lugar en la cancha de Quilmes, donde se enfrentaron alrededor de las 10 de la mañana "Deportivo Ciclón" versus "Deportivo Defensa".
 
 
Una cargada, un insulto, una patada de más o un yerro en el arbitraje y todo se descontroló. Las peleas involucraron a jugadores, familiares de estos y hasta los hinchas. Incluso en algunos videos se ve volar botellas sobre los contendientes. Al tratarse de un torneo amateur, en la zona no hay ambulancias, paramédicos y mucho menos custodia policial, por lo que el descontrol, tras la primera trompada, se extendió hasta el punto de suspenderse los encuentros.
 
En este nuevo encuentro, otro jugador terminó con fractura en uno de sus tobillos y necesitó ser trasladado a un centro asistencial. La pésima organización de estos encuentros deja sin priorizar la seguridad y la salud de quienes compiten.
Semanas atrás, un hombre resultó con lesiones gravísimas y hasta cirugía en una de sus piernas, otro necesitó varios puntos de sutura en la cabeza por un corte profundo que lo atravesaba de oreja a oreja. Un triste espectáculo dan los jugadores y que consumen sus hijos en las tribunas. De violencia mucho, pero de fútbol muy poco.