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Después de dos años y bajo agua, 600.000 fieles pasaron por la Basílica de Itatí

Con actividades festivas signadas por la lluvia y el frío, nada frenó a los devotos , que vivieron con fervor el retorno al templo. El arzobispo de Corrientes se emocionó, y pidió paciencia y humildad.

 
Tras dos años de pausa por la pandemia, se celebró la coronación pontificia de la Virgen de Itatí de manera presencial. Los festejos comenzaron durante la semana, pero ayer la ciudad se vistió de fiesta para los actos centrales. Estimaron que 600.000 personas de distintos puntos del país pasaron por la Basílica. El arzobispo de Corrientes, Andrés Stanovnik, ofició la misa central y se emocionó por la pasión de los fieles, que a pesar de la lluvia y las bajas temperaturas celebraron la bendición de la Virgen.
 
 
 
Dicen que la fe mueve montañas. Y de eso saben los devotos de la Virgen de Itatí. Con abundante lluvia, un viento gélido que golpeaba las caras y levantaba con fuerza las hojas de los árboles del pequeño pueblo, Itatí vivió una mañana emocionante. Devotos de distintas partes del país recorrieron cada rincón de la localidad y se llevaron un recuerdo de la patrona correntina.
De camino al pueblo por la Ruta Nacional 12, la lluvia caía de a gotarrones sobre los banderines celestes que adornaban las casas al costado de la ruta. Nada detuvo a los jinetes y promeseros que, con banderas y grandes abrigos, cumplían con su recorrido.

En las calles del pueblo, un extenso operativo de seguridad a cargo de la Policía de Corrientes y agentes viales ordenaba la entrada y salida de autos y colectivos. Pero el destino estaba claro: llegar a la casa de la madre de los correntinos. Desde temprano, los fieles se agolpaban ante las puertas de la imponente basílica para hacer sus pedidos y agradecer favores.
 
 
 
Adentro, las lágrimas se asomaban a los rostros y el calor humano en el templo religioso hacía olvidar que afuera la temperatura llegaba a los 9 °C.
El interrogante era cuántas personas llegaron. Y es que con la inestabilidad del tiempo y la baja temperatura, las cosas debieron repensarse. “Es muy difícil estimar cuántos fieles pasaron por Itatí. Creemos que al menos 600.000 personas visitaron la localidad”, contó a El Litoral el subsecretario de Turismo, Arturo Tabares.
Además, según sumó el intendente Francisco Romero a El Litoral, por la localidad pasaron hasta el viernes al mediodía más de 300.000 personas.
 
 
 
Todo se desarrollaba con normalidad hasta que —alrededor de las 9.30— agentes de la Prefectura Naval Argentina (PNA) recorrían la zona de la costanera que congregaba lentamente a grupos de promeseros que iban a esperar uno de los momentos más mágicos de la festividad: el encuentro en el río de la Virgen de Itatí y la de Caa Cupé, patrona de Paraguay. La desilusión fue grande cuando corrió la voz: “Al final no se va a hacer la peregrinación náutica”, decía una mujer que prevenía a los fieles que se dirigían —con dudas por el frío pero con firmeza por la fe— a la costa del Paraná.
“Por el clima y por la fuerza del río se suspendió, esa fue la orden”, explicaron oficiales de PNA que eran consultados sobre el encuentro, que por tercer año consecutivo no se realizó.
La fuerza del agua era tal que hacía tambalear a más de una de las canoas que estaban apostadas a la vera del río y era muy peligroso emprender el recorrido náutico.
 
 
 
La virgen paraguaya no era la única que viajaría por agua.
“Hay muchas personas que vienen en canoa. No podemos dar un número, pero estimamos al menos unas 300”, contó a El Litoral uno de los funcionarios. “¡Pero no! Son muchísimos más!”, rebatió una familia que vive en Capital y que el martes navegó el Paraná hacia Itatí.
“Hace cuarenta años que hacemos esto, todos los años en canoa”, contaron mientras cocinaban chipá cuerito.
Las calles de Itatí
Mientras se hacía la hora para celebrar la misa, la gente recorría las calles de la ciudad para llevar algún que otro recuerdo. Sin demasiado protocolo sanitario, se podía encontrar lo que se buscara. Mucho más que objetos religiosos, sin lugar a dudas.
Desde la última campera puffer abrillantada de moda, hasta un delicioso queso cordobés. Los Forasteros sonaban, mientras que a las 10 de la mañana las familias decidían almorzar pollo o carne asada con ensalada debajo de los techos de las parrillas, por $1.000. Si alguien necesitaba saciar su apetito, la cuadra entera de asadores que avivaban el fuego en plena lluvia le daban un punto extra al aroma que se sentía en las barrosas calles.
De regreso al centro de la ciudad, a pesar de los intentos por asegurar los protocolos sanitarios, la multitud era incontrolable. La pandemia pasó, los barbijos ya no son obligación y lo que importaba era encomendarse a la patrona correntina.
“Se podría pensar que la pandemia y la pausa de dos años iba a frenar la fe, pero no. Sin embargo, ahora sentimos a los fieles mucho más eufóricos por reencontrarse con su madre. Es muy fuerte para todos que después de estos dos años podamos poner a sus pies nuestros pesares y dolencias”, contó a El Litoral María Victoria,de Barranqueras (Chaco), integrante del grupo de jóvenes servidores de la congregación de Don Orione.
Al costado de la Basílica, estaba emplazada una larga mesa para que los fieles colocaran sus objetos. “Paciencia, hay Virgen de Itatí para todos. Ya estamos aquí, llegamos hasta su casa, ahora nos toca bendecirnos y para eso estamos”, les pedía el cura a las personas que se amontonaban para que el hisopo litúrgico danzara sobre una imagen, una ofrenda y hasta alguna que otra billetera. ¿El fondo musical? Uno de los hits del artista colombiano Maluma sonaba con toda fuerza en los parlantes de los puestos comerciales.
Hora de la misa central
Ya acercándose la hora de la misa, las filas en la entrada se acortaban y la Basílica se llenaba de fieles que decidían esperar sentados en el frío piso. Por la intensidad de la lluvia decidieron resguardar a todos y la misa se hizo en el interior y no en las escalinatas, como se acostumbra. Mientras, un par de niños coloreaban libros en un rincón, tres curas confesaban a los peregrinos; un sillón grande y un banquito separados por una mesa daban aspecto de un “diván psicológico”.
Mientras los últimos avisos parroquiales sonaban en los inmensos parlantes blancos, con un eco que llegaba a cada rincón del templo, adolescentes pertenecientes a grupos de Scouts Católicos de Corrientes, Santa Fe, Paraguay, Formosa, Buenos Aires y Córdoba parecían brotar del suelo. Con organización, firmeza y una sonrisa en el rostro realizaron un cordón humano en los pasillos del templo para evitar incidentes durante la misa.
Luego de los avisos de al menos tres personas que no encontraban a su grupo familiar en la multitud, comenzó la misa en conmemoración de los 122 años de la coronación pontificia de la Virgen de Itatí. Puntualidad ante todas las cosas.
 
 
 
En su homilía, Stanovnik pidió a la comunidad tener paciencia en los tiempos adversos. Arrancó con emoción y fervor agradeciendo a los fieles, y quienes lo tenían cerca vieron cómo alguna que otra lágrima se escapó de sus ojos claros.
“Lo que a mí me llamó la atención es la cantidad de gente que se quedó a pesar de la lluvia. El amor maduro se manifiesta a través de la paciencia, y eso es lo que tienen ustedes”, señaló. “Eso es amor. Es soportar y aguantar. Es fe. La Virgen nos bendijo con dos baldazos de agua y ustedes se mantuvieron en el lugar, como quien siempre espera”, dijo.
Además, puntualizó en que las futuras generaciones deben mostrarse esperanzadas por los tiempos que vienen. También llamó a la unidad de quienes presiden las iglesias y la sociedad. De las actividades religiosas también participaron autoridades locales y provinciales. Entre ellos, el vicegobernador Pedro Braillard Poccard, el viceintendente de Capital, el jefe comunal de San Luis del Palmar, Néstor Buján, y el de Ituzaingó, Juan Pablo Valdés.
“Es una fiesta muy intensa y emocionante. Después de estos dos años se pudo realizar a pesar de la lluvia y las inclemencias del tiempo. La gente estuvo muy contenta y para los itateños es hermoso ver a la cantidad de fieles y devotos de la Virgen”, dijo a El Litoral Francisco Romero, intendente de Itatí.
Las palabras de Stanovnik cerraron la celebración religiosa. Pero eso no sería todo. Llegaría después el momento en que los fieles se chocaban entre sí para obtener una foto con la Virgencita de Itatí de fondo.
Ese recuerdo, después de dos años de no llegar hasta sus pies, es quizás uno de los más inolvidables que tendrán.
Si ni la lluvia pudo parar a los fieles, ¿qué podrá parar la grandeza de Itatí? “Nada la puede frenar porque ella es gigante. Nadie puede lograr lo que ella logra. Ella pisa firme y sabe qué espera de nosotros. Ella no necesita a nadie más porque es la Virgen de Itatí”, dijo a El Litoral con la voz entrecortada una fiel oriunda de un barrio capitalino, que acampó desde el martes pasado a orillas del Paraná. Ellitoral

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