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Hoy se cumple 50 años del úlimo viaje del trencito El Económico

Unía la capital correntina con diez localidades. Llegaba hasta Mburucu­yá. Hoy dos locomotoras se exhiben en Santa Ana de los Guácaras. En el colega Norte de Corrientes publicaron un artículo imperdible que reproducimos.

Hace un mes aproxima­damente el Archivo General de la Nación publicaba en sus redes sociales un audio­visual de pocos minutos en el que se mostraban imáge­nes de la última salida del Trencito Económico de Co­rrientes.
 
 
 
 
El audio que acompaña el video menciona: “Más de un centenar de personas trepa a los desvencijados y viejos vagones de carga del tren El Económico. Todos quieren acompañar a su trencito du­rante los 89 kilómetros que recorrerá junto a General Paz en viaje de despedida”. Tras indagar mayores datos sobre este histórico acon­tecimiento y por el valor histórico se pudo saber que el último viaje del Trencito ocurrió el 30 de octubre de 1969 y que el 1 de noviem­bre de ese año el servicio fe­rroviario de trocha angosta (el ancho de las vías era de 60 centímetros) dejó direc­tamente de funcionar.
 
“Es el tren más chico, más lento, más exasperante y más divertido del mundo”, así lo calificó el periodista Rodolfo Walsh, cuando en enero de 1966 -tres años antes del cese del servicio- visitó Corrientes y durante su estadía escribió distintas crónicas para la revista Pri­mera Plana.
 
Hoy se cumplen 50 años del último viaje que signifi­có el aislamiento y el olvido de muchos pueblos por los que pasaba el ferrocarril, pese a que se construyeron caminos y rutas, la función social y económica que cumplía el trencito ya no fue lo mismo.
 
 
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El tren tenía vagones de primera y segunda clase. En un coche de primera clase con capacidad para 18 pasajeros tenía asientos acolchonados; mientras que los coches de segunda se amontonaban paquetes, sandías, correspondencia, animales y pasajeros dor­midos. Convivían en los va­gones trabajadores del azú­car con viajeros, gauchos, comerciantes y docentes. La mercancía llegaba en va­pores desde Buenos Aires al puerto correntino y el pe­queño convoy luego distri­buía los productos en cada pueblo, por ello cumplía una importante función social y económica para los pueblos del interior. Con la llegada del tren lle­gaban las noveda­des, era la puerta al mundo, por la que se entraba y salía.
 
Todos los días, a las 5.30 de la mañana partía en su viaje de 25 horas has­ta la estación final, a una velocidad promedio de sie­te kilómetros por hora. La puntualidad de la salida del tren era un tema de relativa importancia, porque su len­titud permitía al pasajero, apurando un poco el paso, subirse de un salto, en cual­quier momento del recorri­do. El tren contaba con la presencia de un guarda, que se hizo fama por portar un arma de fuego en la cintu­ra, hecho que “garantizaba un viaje seguro y tranquilo” cuando el tren se adentraba en zonas casi no habitadas.
 
EL FERROCARRIL
 
Fue el único ferrocarril que se construyó con capi­tales privados, y lo trajo el productor azucarero Fran­cisco Bolla, un italiano que llega a Corrientes en 1850 y necesitaba que su Ingenio en Santa Ana tuviera co­nexión directa y barata con Corrientes, especialmente para trasladar cargas (prin­cipalmente azúcar de caña).
 
Fue así que esa primera línea del Ferrocarril Primer Correntino operó entre 1892 y 1904, cuando parte de sus vías fueron levanta­das y otra parte continuó operando como un ferro­carril industrial del Ingenio Primer Correntino.
 
La segunda línea, llama­da Ferrocarril Correntino prestó servicio desde 1908 y fue renombrada en 1912 como Compañía General de Ferrocarriles Económicos de la Provincia de Corrien­tes. Por esos años incorporó parte de la línea anterior y en 1927 fue adquirido por el Gobierno provincial de Corrientes y una vez más se lo bautizó con otro nombre: Ferrocarril Provincial de Corrientes.
 
De acuerdo con los datos históricos, en 1946 el ser­vicio fue nacionalizado e incorporado al Ferrocarril General Urquiza (que uti­lizaba una trocha media), con el que nunca tuvo nin­guna conexión física. El 1 de noviembre de 1969 cesó sus operaciones y algunos años después fueron levantadas sus vías férreas, incluso la línea industrial que todavía operaba en entre el ingenio Primer Correntino y San Cosme.
 
El ferrocarril contó con 3 locomotoras, una de ellas de marca Tubize fabricada en Bélgica y las otras dos de la marca alemana Krauss. Recibieron los nombres de Roque (de 25 hp), Carlitos (de 10 hp) y Panchito (de 75 hp). Las tres llegaron por barco al Puerto Santa Ana sobre el Paraná (entre Co­rrientes y Paso de la Patria) y desde allí fueron llevadas por tierra al ingenio Primer Correntino, en Santa Ana de los Guácaras, que fue el primer destino que tuvo el ferrocarril.
 
Las locomotoras utili­zaban leña como combus­tible, y desarrollaba una velocidad media de 7 km/h y una máxima de 20, por lo que el viaje de 178 km entre las estaciones Corrientes y Mburucuyá demoraba casi 26 horas.
 
Antes de dejar de fun­cionar en 1969, el Trencito partía de la estación, ubica­da frente a la plaza Libertad (hoy sede del Ministerio de la Producción), junto a la cual se hallaban los talle­res; salía de esta ciudad con recorrido hacia el Este por la actual avenida Centena­rio (hoy Raúl Alfonsín) con destino al Ingenio Primer Correntino, desde donde se desprendía un ramal in­dustrial particular de 13 km hasta la estación San Cosme, que pertenecía al ingenio Primer Correntino (entonces llamado Sarpa). Desde la estación Juan Ra­món Vidal el ramal con­tinuaba hasta la estación Lomas de Vallejos (km 124) en donde se bifurcaban los ramales hacia Caá Catí y ha­cia Mburucuyá.
 
El ramal a Caá Catí te­nía 31 km y finalizaba en la estación General Paz (km 154) de Caá Catí. El ramal a Mburucuyá tenía 55 km de largo, finalizando en la estación Mburucuyá (km 175), teniendo en el apeade­ro Manantiales (km 160) un desvío para cargas.
 
QUIEBRA Y CESE DEL SERVICIO
 
En 1968, el Ingenio Pri­mer Correntino se declaró en quiebra y ello significó el golpe final para el tren eco­nómico. El 1 de noviembre de 1969 dejó de funcionar y las vías fueron levanta­das para siempre. Cuentan las crónicas de la época que en la década del 90, un in­tendente intentó vender en plena madrugada las loco­motoras y ya con las grúas en acción el hecho fue im­pedido a último minuto por un juez retirado, que se en­cadenó a la locomotora.
 
 
En la actualidad, la pro­vincia no tienen ningún ferrocarril de pasajeros, al igual que la mayor parte del territorio nacional. Las vie­jas estaciones están aban­donadas, algunas fueron remodeladas y convertidas en galpones o centros cultu­rales, o directamente ya no existen. En las localidades hoy viven familias, muchas de las cuales desconocen que por allí pasó un trenci­to. Mientras tanto, en Santa Ana de los Guácaras, las dos locomotoras que quedan, de la década del 20, junto con algunos vagones res­taurados y otros que están prácticamente deteriora­dos, solo sirven para que los visitantes se suban y se fo­tografíen tratando de ima­ginar los tiempos en que ese trencito funcionaba.
 
Fuente: Norte de Corrientes

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